El Mensaje de la Semana – Jayei Sará 20

Shalom a todos!

Las elecciones, como es sabido, son el proceso que usan las democracias para que, con el voto de los electores, se defina el gobierno que deberá gobernar en un período de tiempo determinado. El candidato que recibe más votos es el que los electores, con su mayoría, han elegido para ser el nuevo gobernante. Salvo algunos países del tercer mundo en los que, según los críticos, las elecciones no reflejan el deseo de la población, siendo la corrupción una de las principales causas de este fenómeno, las elecciones han sido consideradas un proceso fiel para designar gobiernos. Los fanáticos de la democracia tildan las elecciones como su más grande celebración y como una de las máximas expresiones de la elevación del hombre.

Hoy, al mundo le toca presenciar un evento que no se soñó ni en sus peores pesadillas. Aunque es cierto que las acusaciones del presidente de los Estados Unidos, mientras tanto, no son sino especulaciones, la realidad del momento histórico y el ambiente alrededor de esas elecciones, no le dan fuerza al mundo civilizado a ignorar estos reclamos. Como si fuera poco, el Procurador General en esa gran nación ordenó la investigación de irregularidades en las elecciones.

Cuando la potencia mundial, esa que no solo debe servir como ejemplo, sino que también debe dedicar su poder e influencia para fomentar la democracia en las demás naciones y proteger esta donde se pueda encontrar. Cuando esa potencia muestra flaquezas en la conducción de sus propias elecciones, que, como dijimos, las consideran nada menos que, la gran celebración de la democracia, el mundo debe, por fin, escuchar el llamado de alarma.

Se acabaron los días en los que, como en las películas de vaqueros, no había que hacer ningún esfuerzo para reconocer quien es el bueno y quién es el malo. El sombrero blanco, el caballo blanco, la sonrisa amigable ya no son garantía de ser el bueno de la película. Ni siquiera el apoyo incondicional de la prensa es hoy garantía. Hay quien incluso, ha aprendido a reconocer al malo, basado en este último “atributo”.

Efrón se hizo famoso por haber sido el primer político que, con lenguaje diplomático y una sonrisa, convenció a su gente que era un hombre íntegro y justo, mientras sacaba partido de la necesidad de un hombre que era considerado por todos Nasí Eloquim (Príncipe Elevado). Este aprovechó que Abraham pasaba por momentos de aprieto y tristeza, la reciente muerte de su querida esposa, la mujer grande que le sirvió de incomparable apoyo en el proyecto más importante de la historia, cobrándole una suma astronómica (cientos de veces su precio real) por un pedazo de tierra pequeño que para él era insignificante.

Si Efrón es él padre él y maestro de la mayoría de los políticos de hoy, pareciera que Abraham Avinu nos enseña cómo debe ser nuestro comportamiento y actitud frente a ellos. Abraham es llamado el Ivrí. El nombre Ivrí hace referencia a su posición con respecto al resto del mundo. Él escuchó el llamado “Lej Lejá” y emprendió viaje. Un viaje al otro lado. El mundo de un lado y él, con su familia y con todo el que estuvo listo para reconocer la falsedad de la idolatría y la veracidad del Reinado del Cielo, del otro. Es por eso que Abraham no solo que desde el principio insistió en pagar, sino que pagó lo que le pidieron, sin vacilar y sin ningún remordimiento. Su actitud a los efrones que se le presentaron en el camino, fue esa, minimizar su exposición a su bajeza y su falsedad.

El mensaje es claro, el hombre recto debe entender que la rectitud se encuentra nada más del “otro lado”. Sólo en ese lado, en el que se reconoce la falsedad del mundo y la veracidad del Reinado del Cielo, es posible conducir vidas de crecimiento, verdad y elevación en tiempos en los que estos tres últimos están tan escasos.

Deseo a todos buenas noticias, éxito y Shabat Shalom,

Daniel Milhem.

Rosh Kolel Birkat Abraham

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