El Mensaje de la Semana – Vayigash 20
Shalom a todos!
Cuando se pensaba que había llegado la salvación y el mundo, por fin, volvería poco a poco a la normalidad, llegó la noticia de la mutación súper contagiosa del virus y con ella, la sospecha de que las vacunas no serán efectivas contra el coronavirus en su nueva versión. La preocupación existe, independientemente de los resultados de las pruebas que efectúan los laboratorios en estos momentos, ya que lo que ocurre en estos momentos es la cristalización de un temor que, desde la revelación de las mutaciones ha embargado al mundo de la ciencia y es que, el esfuerzo de los últimos meses en la procura por la vacuna, se muestre inútil frente a la variación del virus. En otras palabras, el sentimiento generalizado es que, ya nadie puede prometer que no visitará al mundo algún “visitante” no deseado, que desafíe nuevamente la tranquilidad de la humanidad. Con esto, el mundo vuelve a la preocupación, al sentimiento que lo dominó los últimos nueve meses de que el hombre no es dueño de su seguridad, que necesita milagros para salvarse.
Mientras tanto, los números de contagios siguen aumentando en todo el mundo y con ellos la incertidumbre, los nervios, el aburrimiento, el insomnio, el alcoholismo y hasta el divorcio. La humanidad nunca se soñó que tendría que enfrentar una dificultad como esta. Con los avances en la ciencia, la medicina y la tecnología, parecía que todo estaba bajo control. Eso hace que la frustración sea mucho más grande, no solo por lo sorpresivo de la crisis sino porque el mundo nunca se alistó para algo así.
Yosef a los diez y siete años se vio arrancado de su cálido nido, en el que se deleitaba y se elevaba con el estudio diligente de Torá con su amado Papá. Fue una completa sorpresa. De un día para otro se encontró en la situación terrible de ser traicionado por sus hermanos y vendido sin ninguna piedad a manos de mercaderes y llevado a Egipto, el lugar más impuro que ha existido, a ser vendido como esclavo. Muy pronto llega a ser encarcelado de manera completamente injusta, sin ninguna posibilidad aparente de salir de allí. Pasan doce años en ese calabozo hasta que de ahí es colocado en la posición más elevada posible en el reinado egipcio.
Vale la pena aclarar en estos momentos que, para Yosef la salida del pozo hacia la elevación más grande que existía en el mundo de esos días, no constituía ningún consuelo. Para el Tzadik, la elevación física no significa nada. Yosef no deja de añorar la calidez del nido del que fue arrancado, en el que, con la Torá de su Papá, elevaba su espíritu y se perfeccionaba, acercándose a su Creador, de la manera más grata que puede haber en este mundo terrenal.
Pasan otros nueve años y ahora le toca revelar su identidad a sus incrédulos hermanos. Estos, en su gran sentimiento de vergüenza, no saben qué esperar de Yosef. En esos momentos descubren que su proceder para con él, no fue sino un gran error, una equivocación fatal. Su hermano tenía razón, el deseo del Cielo era que él reinara sobre su familia, haciendo el papel del verdadero rey que provee a su reinado sustento, tanto material como espiritual. Yosef, enseguida los tranquiliza, dándole a sus hermanos una gran lección de fe y confianza en el Creador. Su mensaje es, que ellos no deben sentirse incómodos con la venta que hicieron. Les explica que el deseo de Hash-m era ese, de esa manera hizo que llegara Yosef a Egipto, para que así sirviera de proveedor de sustento a su gran familia.
Yosef durante todo ese tiempo, veintidós años, no pierde su equilibrio. Se mantiene en sólida adhesión a sus principios que tienen cómo primera cláusula la fe completa de que Hash-m el Di-s de Israel creó el mundo y nada de lo que ocurre sale de su control. Al contrario, todo lo que ocurre es el cumplimiento de su deseo.
En estos días de dificultad verdadera e incertidumbre, viene la lección de Yosef. El Tzadik le enseña al mundo que, no hay nada que le gane a la fe completa. La confianza en que el Creador supervisa constantemente el mundo y, con Sus caminos maravillosos, lo lleva, junto con todos los hombres de bien que reconozcan esto y hagan su trabajo con responsabilidad, a la perfección. Que, es esa la única vacuna que puede contra todas las vicisitudes que puedan asaltar la tranquilidad del mundo, incluyendo todas sus posibles mutaciones.
Deseo a todos muy buenas noticias y un Shabat Shalom,
Daniel Milhem.