El Mensaje de la Semana – Beshalaj 81
Shalom a todos!
La confusión es tan grande, que el mundo tiene razones para sentirse mareado. Casi un año ha pasado desde la aparición del virus, que se propagó con increíble rapidez en todo el mundo. Este se vio obligado a dar un vuelco abrupto en varios frentes, para tratar así de enfrentar la gran amenaza. Cuarentena, enfermedad, hospitalización y más, se han vuelto demasiado comunes para un mundo que, apenas ahora se da cuenta lo fácil que era la vida, antes de todo esto.
Ahora, en momentos que el mundo sentía que por fin se acercaba el control de la pandemia con la aparición de las vacunas, se desató el nuevo ataque en la forma del virus mutado, que los que saben dicen, que es más contagioso y probablemente también más peligroso. Los noticieros traen cada día teorías nuevas de las diferentes autoridades sobre preguntas como la eficacia de las diferentes vacunas frente a las mutaciones, cuánto duran los anticuerpos para aquellos que ya tuvieron el virus, si acaso esos anticuerpos son suficientes contra las mutaciones y muchas preguntas más que, lo que tienen en común es que, al día siguiente se publicarán opiniones diferentes e incluso resultados de estudios que dicen diferente. En resumen, la sensación que tiene gran parte de la población mundial, es una de gran incertidumbre y, como escribimos antes, verdadero mareo. Hay quien se pregunta si es posible tener tranquilidad en días cómo estos y hay quien, va aún más lejos y se pregunta, si acaso llegará el día en el que habrá verdadera tranquilidad.
Cuando se compara la actitud de Paró y su pueblo con la de Moshé y el Pueblo de Israel, se puede tener una respuesta a esta duda que molesta a tantos. Paró, después de recibir los diez duros golpes y haber sentido el pánico, esa noche de la plaga de los primogénitos, temiendo que también moriría él como ellos, salió apresurado a expulsar, para siempre, a los Benei Israel de su tierra. ¿Qué piensa el que lee estos versículos? ¡Por fin! ¡Primera cosa correcta que hace Paró, desde que apareció en escena! Pero, el Midrash relata que hay algo más, que los versículos no relatan. Paró, en esos mismos momentos, de manera totalmente contradictoria, encarga espías que se unan en secreto a Israel para que, si acaso el Pueblo no emprende retorno, para llegar de vuelta a Egipto el tercer día, que le avisen. En nuestra Parashá vemos cómo, al recibir el reporte de sus espías, éste otra vez se apresura, sólo que, ahora a devolver al Pueblo de Hash-m a Egipto. El zigzag de Paró causa mareo. La verdad es que, él es el más mareado tanto que, con su actitud tonta, termina metiendo a toda su gente en el remecedor y bravo mar del cual no saldrán nunca más.
Por otro lado, Moshé y su pueblo que, la Torá relata sobre ellos, que en esos momentos salen “con valor grande y manifestado”, al tercer día de viaje reciben la extraña instrucción de viajar hacia atrás, en dirección de Egipto. El pueblo no duda la profecía de su gran líder y emprenden viaje hacia atrás, incluso en contra de toda lógica. Cómo si fuera poco, al día siguiente, en momentos que acampaban frente al Mar Rojo, perciben cómo Egipto, todo, con todas sus armas y sus mejores guerreros, se acercan con gran ruido y velocidad. Israel se encuentra, con sus mujeres, sus ancianos y sus niños, entre la espada y la pared. Por un lado, el feroz ejército de Paró, armado hasta los dientes y por el otro, el oleado mar que, no sólo no ofrece ninguna salvación, sino que es también una verdadera amenaza. El pueblo, en pánico entendible, se dirige a Moshé, ahora con fuerte reclamo. Este le contesta que deben avanzar. Entrar al mar, todos…
Nuestros Sabios relatan que, Najshón ben Aminadav, fue el primero en saltar. Este avanzó con fe completa y valentía, entendiendo que no existe en este mundo nada más seguro y exitoso que el consejo del gran Profeta. Sólo cuando el agua llegaba a sus narices, el mar se abrió. En esos momentos ya lo seguía una gran parte del pueblo inspirados por su grandeza y valor.
El final ya todos lo conocemos. Egipto, por un lado, recibió esa última gran paliza, pereciendo bajo la furia del mar que, cómo nuestros Sabios relatan, los milagros que ocurrieron allí, tuvieron cinco veces más cantidad y potencia que lo que ya habían recibido en su tierra. Israel, por el otro, saldría al amanecer del día siguiente, después de caminar dentro del mar abierto y sobre tierra seca, habiendo ameritado esa gran salvación, a cantar Shirat Hayam (El Cántico del Mar) en el que, Moshé y todo el pueblo, dan alabanza con inmenso agradecimiento a su Creador.
La diferencia es clara y también la respuesta a lo que se preguntan tantos hoy. Siempre está a nuestra disposición la posibilidad de escoger entre el camino de Egipto y el camino de Israel. Egipto, cómo en los días de Paró, definió su camino con el consejo de su corazón. Podemos sospechar que, ese camino no sólo no lleva al éxito, sino que en la medida que el corazón sea más torcido, cómo sólo el corazón lo puede ser, peor será su final. Israel, por el otro lado, basa su camino en la guía incomparable de la Torá de su Creador y el consejo de sus Sabios que, desde los días de Moshé lo han acompañado y guiado en cada una de sus estaciones.
Un análisis más detallado de este tema lo encontrarás en la Clase 4 y la 5.
Deseo a todos muy buenas noticias y un Shabat Shalom,
Daniel Milhem.