El Mensaje de la Semana – Yitró 81
¡Shalom a todos!
La humanidad, que siempre buscó maneras de entretenerse, había llegado a niveles cada vez más elevados de sofisticación en todo lo que refiere a los pasatiempos. Los deportes y toda la gran industria que se desarrolló alrededor de sus espectáculos, es un ejemplo de este fenómeno. El presidente de la FIFA dijo que el fútbol genera anualmente unos doscientos mil millones de dólares al año. La suma es exorbitante, incluso cuando se trata de algo a nivel casi mundial. La opinión de nuestra Torá sobre el entretenimiento y los pasatiempos, nos podemos imaginar cual es. El tiempo del hombre en este mundo es corto y por eso, muy preciado como para procurar maneras de pasarlo sin “producir” y sin lograr en las áreas importantes de la vida, aquellas que sirven como preparación para el Mundo que Viene.
Pero, no por eso escribimos las primeras líneas de este mensaje. Sólo quisimos mencionar una parte de ese gran negocio, para recibir una exposición de lo que hace el mundo en su tiempo libre o, mejor dicho, lo que éste considera tiempo libre, y la gran desgracia y aburrimiento por el que está pasando la humanidad en estos días de corona, sin el funcionamiento regular de esta industria. Cuando la alegría de la vida depende de eso, la tristeza y la melancolía están muy presentes.
Pareciera que en el mundo hay quien se ha dado cuenta de esta falta de la que sufre una gran parte de la humanidad y ha decidido sacrificar todo lo que tiene, para ayudar a entretener y divertir a un mundo que tanto lo necesita. A falta del circo y sus presentaciones, se necesitaban voluntarios que dediquen todos sus talentos y capacidades para sacar a la humanidad de su gran aburrimiento. Los políticos, en países más y países menos, han venido entrenando, ya hace varios años, para entrar en escena presentándose con verdadera habilidad y destreza. Ahora, con la situación que trae la pandemia, (casi) todos los ojos se tornan hacia la gran presentación. Cómo todo buen circo, este tiene todos los elementos. Payasos, que hacen reír con sus comentarios fuera de lugar, con mentiras obvias y promesas demagógicas que, desde el principio todos saben que no van a cumplir. Malabaristas, que con gran atrevimiento cambian de lado, de izquierda a derecha y viceversa, sin sentir ningún cargo de conciencia. Lucha libre, basando todas sus campañas en la difamación y el insulto a sus contrincantes. Contorsionistas, que, con su falta de ideología, dan la impresión de no contar con columna vertebral. Elefantes, leones, tigres, todo. A ese circo no le falta nada.
Lehavdil elef havdalot (haciendo la debida separación), en nuestra Parashá tenemos una exposición a lo que es un verdadero líder. Ese que se coloca a la cabeza de su gente para servirle de guía y llevarlos de la mano hacia la verdadera grandeza. Moshé Rabenu, que fue enviado a sacar a Israel de Egipto. Abrió el mar para que su gente atraviese salvándose de la amenaza inminente de su cruel enemigo. Fue escogido para servir cómo conducto en la comunicación y enseñanza de la Torá de Hash-m para su pueblo. Es colocado para ser líder de ese gran pueblo en lo que es la más grande y ambiciosa empresa que jamás existió, llevar un pueblo de más de tres millones de personas, a través del temible desierto, sin ninguna seguridad de contar con alimento o bebida, excepto la fe completa de que el Creador proveerá. Mantiene comunicación constante, línea directa, con el Creador del mundo. El más grande profeta que, nunca hubo ni habrá tan grande como él. Ese mismo Moshé, después de salir a darle la bienvenida a su suegro, relatarle los milagros y la salvación que Hash-m hizo para el pueblo, se presta para servir en la comida que, Yitró su suegro, comparte con los grandes de la Nación. Verdadera grandeza.
Moshé y subsecuentemente los grandes de cada generación, sirven de modelo a un mundo que se deja llevar por sus instintos, persiguiendo los honores y la satisfacción de sus deseos por lo material, descuidando así, hasta el principio y el valor más santificado, con tal de conseguir la meta que se impusieron. El secreto del verdadero éxito está en la Torá. Su estudio diligente y su cumplimiento, son lo único que aseguran que el hombre imponga su intelecto y sus principios sobre la naturaleza que, puede llevarlo a niveles tan bajos.
Un análisis más detallado de este tema lo encontrarás en las clases de Parashat Yitró con Rashi, en la Clase 3.
Deseo a todos muy buenas noticias y un Shabat Shalom,
Daniel Milhem.
UN HERMOSISIMO MENSAJE TIZKU LE MITZVOT GRACIAS