El Mensaje de la Semana – Shoftim 20
Shalom a todos!
Nuestra Parashá trae la Mitzvá de colocar un rey sobre nuestro pueblo. La Torá ordena que el rey que se debe colocar sea uno que Hash-m elije y el midrash explica que, a través de un profeta y después, si el hijo de este rey es apto, se le coloca como sucesor. El rey tiene varias restricciones como por ejemplo el número de caballos que puede tener. Se le advierte también que no exagere en su posesión de plata y oro que, sobre esto los comentaristas comentan como David y otros reyes cedieron el oro que les pertenecía para la obra del Beit Hamikdash. Además, tiene como obligación escribir dos Sifrei Torá, los cuales uno de ellos debe llevar con él a cualquier lugar que vaya y debe ceñirse constantemente a los preceptos que la Torá dicta. Nuestra Parashá explica que estas restricciones son para evitar que se eleve su corazón por encima del de sus hermanos.
Es importante aclarar que, las reglas de comportamiento que tiene el pueblo para con el rey y el honor que le tienen que dar, son muy estrictas, Sobre esto escribe el Rambam “Se debe conducir gran honor hacia el rey y se debe colocar su miedo y temor en el corazón de cada individuo”. Pero junto con esto, el rey mismo se tiene que cuidar de no caer en el engreimiento que, como es sabido, el tamaño y la elevación verdadera de la persona se mide con la medida de humildad que tenga en su corazón.
Aunque a lo largo de la historia ha sido muy popular el gran deseo de ser rey y una de las pruebas de esto es el inentendible esfuerzo que hacen tantos para llegar a posiciones incluso mucho menos elevadas que las del verdadero reino, cuando se conocen las reglas que rigen al rey de Israel, se esfuma este encanto. El rey no deja de ser un creado que, como tal, tiene como obligación cumplir su papel en el mundo y temer a su Creador, al igual que el resto de los creados. Con más razón cuando se trata de un rey que obviamente su responsabilidad es más elevada que la del ciudadano común.
En estos días del corona, pareciera que la Torá nos viene a recordar que, ni siquiera aquel que ha llegado a ocupar el trono del reinado y a coronarse como el rey de su pueblo tiene el “privilegio” de sentirse superior a sus hermanos. Con más razón el hombre común que no debería querer tomar para si la corona de la superioridad y del dominio sobre los demás. La lección se hace todavía más patética en momentos en que se nos impuso a todos una obligación que, en muchas ocasiones es incluso de vida o muerte, de huir del corona que no por casualidad comparte el nombre con el símbolo del reinado verdadero.
Shabat Shalom y buenas noticias para todos, les desea,
Daniel Milhem.
Rosh Kolel Birkat Abraham