El Mensaje de la Semana – Vayerá 20
Shalom a todos!
En momentos que se escriben estas líneas, el mundo está en expectativa sobre las elecciones en los Estados Unidos. Con este evento, el mundo está teniendo una pausa de su constante ocupación con el coronavirus. La verdad es, que el mundo tiene muchas otras cosas de qué preocuparse, pero basta con pensar en los numerosos golpes que ha propinado el virus, como por ejemplo a las economías y con ellas el aumento preocupante en el desempleo.
Sumado a esto, como si fuera poco, está la actitud, cada vez más generalizada, de partes grandes de las sociedades y, la del país más grande y fuerte del mundo a su cabeza, de hacer guerra contra las instituciones, animadas solo por el odio y con el interés único de desestabilizar y dañar. La impresión que dan es la de un tonto que, con gran decisión, corta con serrucho la rama del árbol sobre la que está sentado. Sin explicaciones, lo único que le importa es, terminar de cortar la rama lo más pronto que se pueda. El resto del mundo, que todavía se mantiene cuerdo y con uso de lógica, los mira con preocupación, entendiendo que, todos comparten la misma rama…
Hace casi cuatro mil años fueron destruidas completamente cinco poblaciones, entre ellas Sedom y Amora. Nuestros Sabios relatan hasta que punto de degeneración habían llegado esas gentes. Uno de los detalles que llaman la atención es que, como sabemos, el día antes de esa destrucción llegaron tres enviados del Cielo a casa de Abraham. El primero para curar a Abraham, el segundo para darle a Sará la noticia del hijo que va a tener y el tercero para destruir aquellas ciudades. Necesita explicación, para qué fue necesario que llegue el tercero a casa de Abraham y Sará. Acaso no hubiera sido suficiente que los dos primeros lleguen y que el tercero llegue directo a su destino?
Pareciera que esa visita a la que fue obligado el ángel destructor tenía como finalidad que midat hadín (una de las maneras que Hash-m se relaciona con el mundo, la de la ley pura) tuviera exposición al incomparable hospedaje que hace esta elevada pareja en medio de condiciones tan adversas, como el dolor y la debilidad que siente un hombre de esa edad al tercer día de haber recibido una cirugía delicada como la de la circuncisión. El Cielo quería mostrar al ángel destructor, hasta qué nivel puede llegar el ser humano cuando se refina y dedica toda su capacidad para emular a su Creador. La esperanza era que, al ver tal espectáculo de grandeza, la acusación contra los habitantes de esas cinco ciudades terminara o por lo menos se aplazara, con el anhelo de que aprendieran de esta pareja grande, rectificando así sus malos caminos.
El pecado de Sedom y Amora era demasiado grande, su degeneración era tal, que ni siquiera ese despliegue de grandeza las salvó. Pero la visita del ángel destructor preservó, por lo menos, a Lot el familiar cercano, sobre el cual la Torá testimonia que su único mérito fue el de ser familia de Abraham.
En estos días duros por los que pasa la humanidad, no debería ser difícil notar el midat hadín que se posa sobre el mundo. El hombre se acostumbra a todo, incluso al deterioro avanzado que sufre la humanidad hoy. Nuestra Parashá nos hace un llamado. Está dirigido a los descendientes de Abraham y Sará y aquellos que logran ver con preocupación la dirección problemática que ha tomado la humanidad. El tiempo se está acabando y el arreglo consiste en refinarse, en usar todas las capacidades para emular al Creador.
Deseo a todos muy buenas noticias y un Shabat Shalom,
Daniel Milhem.